H
BIÉNDONOS apresurado a través de Puebla lo más rápidamente posible, dándonos solo la mitad del tiempo que habíamos tomado anteriormente en el viaje para inspeccionar ciudades antiguas e histórica, su Iglesias y sus ruinas, y el interesante campo alrededor, salimos el 23 de diciembre para Orizaba. El Sr. Fitch fue puesto al cuidado del Col. Geo. M. Green como precaución moral y militar, y mandado adelante en la diligencia regular que salió a las 2 a. m., y el resto del grupo, acompañado por el Señor Bossero, el comisionado enviado a Guadalajara por el gobierno mexicano para escoltar al Sr. Seward a través de toda la República, salió al amanecer en un carro especial. La Srita. Parkman, hija de un residente estadounidense por treinta y dos años en Guanajuato y casado con una dama mexicana, se había unido el grupo en la Ciudad de México para ir a casa con el Sr. Seward, para permanecer allá un año y aprender el idioma inglés, del cual ella era, hasta nuestra llegada, totalmente ignorante.
El aire de la mañana era frío y crudo cuando salimos de Puebla, y por primera vez desde la salida de Manzanillo, vimos neblina sobre el paisaje. Esta niebla llegó desde el Golfo de México, y fue, nos dijeron, el efecto un Norte soplando en la costa.
Después de un tiempo se levantó, y enrolló en las montañas en delgadas guirnaldas de vapor blanco, que ablandaba los