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Página:Our Sister Republic - Mexico.djvu/517

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LAS MAZMORRAS.

¡Por Dios! ¡Tal lugar para encerrar a un ser humano! ¡Hace a uno estremecerse de pensarlo, después de mirar esas cavernas oscuras, ruidosas; lo que debe ser entrar allí con la palabra "perpetua" anotada en los libros junto al nombre de uno! Ejecución de una vez, sería una misericordia junto a ella.

El número de estas bajas, celdas abovedadas, conectadas unas con otras, es apenas menos de sesenta a ochenta, en total, y la mejor de ellas es solo un poco, menos horrible que la peor. El techo es bajo, y arqueado en cada una, las paredes, techo y piso de una sola pieza, por así decirlo, y en la mayoría de ellas la única ventilación es a través de una pequeña abertura en la parte superior, tan pequeña como para solo permitir la entrada de luz tenue al mediodía. Unas pocas tienen pequeños, estrechos, agujeros, o aberturas, a través de las paredes exteriores mirando hacia el mar, pero son tan astutamente rebuscadas, por estar dobladas o curvadas al pasar a través grueso muro de piedra, que los pobres desgraciados adentro interior nunca pueden ver a través de ellos y llegar a poder incluso atisbar una vela o el mar afuera.

¿Qué temerosos cuentos de desesperanzada miseria, desesperación, y persistentemente dando la bienvenida a la muerte, podrían esos muros húmedos goteando, hablar si tuvieran lenguas. El aire húmedo del mar se recoge en los techos todas ellos, y caen, año tras año, con un incesante y constante goteo, al piso pavimentado. Esta agua está cargada fuertemente con cal, y cuelgan estalactitas, de tres y cuatro pies de largo, del techo, como delgadas puntas de hielo, por miles. En el piso de piedra frío el agua que cae forma grandes botones con depósitos de cal fina, que dan la apariencia en una vista rápida, de haber puesto mosaicos de lujo. Recordar que Veracruz esta maldita con fiebre amarilla, o vomito y las peores enfermedades de malaria de todo tipo,