América. El mundo ha contemplado con pavor y asombro esta lucha de gigantes; la oscuridad del pasado luchando furiosamente con la luz del futuro, cuya lección nos enseñó el progreso, y una vez más las cabezas coronadas han temblado ante el poder irresistible de fraternidad, que, invocado por todas las personas deben convertirse en universal. México, cuyas desgracias han sido tales que ponerla dentro del alcance de la intervención francesa, ha, ante toda nación libre e independiente, demostrado ser digno de ser clasificado en sus catálogos, y ahora, sintiendo la orgullosa conciencia del poder soberano, celebra, llena de alegría, y el entusiasmo inspirado por sentimientos patrióticos, el hecho de su presencia entre nosotros, del eminente estadista, quien desde la Casa Blanca en Washington, presentó una barrera a la irrupción de los bárbaros que presumía sembrar en nuestros fértiles campos las malezas podrido y nocivas que han paralizado la de hijos del viejo continente. El mundo más orgulloso de Colón, que imprudente fue atacado y herido, respondió unánimemente con desafío a la amenaza de piratas promulgada a ella, y luego brilló con redoblado fulgor al sol del Cinco de Mayo, y cegado con su resplandor los ojos de los enemigos de instituciones republicanas. Señor: Las glorias de mi país hermanadas con el suyo en la de lucha el pasado. ¡Le saludo en el nombre del pueblo mexicano, y le ofrezco su amistad tan sinceramente como usted ha sido un amigo sincero y verdadero al Gobierno y pueblo de esta nación, que aplaude y le bendice!
Cuando concluyó su discurso, la asistencia ruidosamente, aplaudió y dijo un "Hurra" a la Americana, en especial elogio a los invitados. Don Fermín Gonzales Castro, y Don Francisco E Trejo, siguieron con breves pero fervientes discursos, en un espíritu similar, y Sr. Seward y luego se levantó y se dirigió a la audiencia, en medio de profundo silencio, como sigue:
Señor Gobernador y Caballeros: Le agradezco con un corazón lleno por estos muy inmerecidos honores y hospitalidades. La