Página:Páginas eslavas - Cuentos y narraciones (1912).pdf/155

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
153
Julián Juderías

—No puede ser, murmuró Isabel Ivanownaasustada de la imprevista petición y del medio que para conseguirla se empleaba. Esta carta; no se ha escrito para mí. Y la rompió en menudos trozos.

—Si la carta no es para V., ¿por qué la ha roto?

preguntó la muchacha. Yo la hubiese devuelto á quien la envió.

—Haz el favor de no volver á traerme cartas, replicó Isabel Ivanowna, ruborizándose al oir esta observación, y de decir á quien te mandó aquí, que debiera darle vergüenza...

Pero Hermann no se dió por vencido. Isabel Ivanowna recibió todos los días carta de él, ya fuera de un modo, ya de otro. No estaban traducidas del alemán, porque las escribía Hormann, impulsado por la pasión y hablando el lenguaje propio de ella; en ella se expresaban la inflexibilidad de sus deseos y el desorden de una imaginación desenfrenada. Isabel Ivanowna no pensaba ya en devolverlas; se embriagaba con ellas, empezó á contestarlas y sus cartas cada vez eran más largas y más tiernas. P'or últ mu le echó por la ventana la siguiente misiva:

«Hoy es el baile en casa del embajador de ***. La condesa irá. Nos quedaremos solas dos horas. Hé aquí una ocasión de verme. Tan luego como se marche la condesa, sus criados se irán probablemente también; el suizo se queda en el zaguán, pero es verosimil que también se retire á su cuarto. Venga V. á las once y media. Diríjase á la escalera, si encuentra V. á alguien pregunte si está en casa la condesa. Le dirán que no y entonces será preciso que se retire V. Pero lo más probable es que no encuentre V. á nadie, porque las muchachas estarán en su habitación. Una vez en la antesala dirijase á la izquierda y vaya á la alcoba de la condesa. En la alcoba, detrás del biombo verá V. dos puertas pequeñas: la de la derecha da