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Julián Juderías

mann, de pie junto á la mesa, se aprestó á jugar solo contra el pobre Chekaliusky que seguía sonriéndose automáticamente.

Todos contaban las cartas. Chekaliusky batió las cartas, Hermann cogió la suya y puso sobre ella un montón de billetes de banco. Aquello era un desafío. Profundo silencio reinó en la habitación.

Chekaliusky batió las cartas sus manos temblaban. A la derecha había una dama, á la izquierda un as.

—¡Ganó el as! dijo IIermann y mostró su carta.

—Su dama de V. ha perdido, dijo afectuosamente Chekaliusky.

Hermann se estremeció: en efecto, en vez de un as, tenía una dama de pique. No daba crédito á sus ojos, ni comprendía como había podido equivocarse. En aquel instante le pareció que la dama de pique se sonreía. El parecido extraordinario de aquella figura le asombró...

—¡La vieja... exclamó horrorizado! Chekaliusky se apoderó de los billetes de Hermann. Este permanecía inmóvil. Cuando se apartó de la mesa, hubo un murmullo.

—¡Qué bien juega! exclamaban.

Chekaliusky barajó de nuevo las cartas y el juego siguió su curso normal.

CONCLUSION

Hermann se volvió loco. Está en el manicomio de Obujowsky, en la celda 17; no contesta á las preguntas que le dirigen y murmura con extraordinaria rapidez: tres, siete, as, tres, siete, as.

Isabel Ivanowna se ha casado con un muchacho muy simpático; ha servido en la administración y tione algun capital; es hijo del administrador de la condesa. Isabel Ivanowna tiene en su casa á un pariente pobre.

Tomski ha ascendido á comandante y se ha casado con la princesa Paulina.