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Cuentos y narraciones

malas tampoco las codornices en estas praderas.. También podrían cogerse las frutas de estos árboles y venderlas en la ciudad ó lo que es mejor, convertirlas en aguardiente, bebida que no puede compararse con ninguna otra. Pero ahora, menester es que pensemos en escaparnos.

El fillósofo observó que detrás de la valla había una senda oculta casi por completo por las ramas de los árboles que en aquellos parajes crecían. Maquinalmente puso el pie en ella con ánimo, primero de pasearse un poco y después de deslizarse por entre las casas del pueblo, salir al campo y escaparse por último, cuando sintió que una mano asta se posaba sobre su hombros. Detrás de él estaba el cosaco que tan amargamente había llorado la víspera por sus difuntos padres y condolidose de su triste horfandad.

—En vano piensas en escaparte señor filósofo, dijo el recien llegado. Aquí no hay medio hábil de huir y aunque lo hubiera, no son los caminos á propósito para los que andarí á pie. Mejor harías yendo á presentarte al amo que ya hace buen rato to espera.

—¡Cómo! exclamó Tomás. Yalo creo.Con mucho gusto. Y echó á andar detrás del cosaco.

El sotnik[1] tenía los cabellos blancos y su semblante reflejaba un dolor profundo. Hallábase en la sala, sentado junto á una mesa y tenía la cabeza apoyada en las manos. Su edad seria aproximadamente de unos cincuenta años, pero la amargura de su mirada y la palidez y demacración de su rostro, demostraban que su espíritu había recibido uno de esos golpes que agostan los ánimos y hacen que desaparezcan para siempre el buen humor y la alegre despreocupación. Cuando Tomás Brut y el cosaco penetraron en la estancia


  1. Jefe cosaco.