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¡El combate se trabó encarnizado y sangrien en torno del cadáver! Pero, no obstante las buen disposiciones tomadas por los de la plaza, la tuación de Garibaldi recibiendo á campo abier con un puñado de hombres los fuegos reconcentr dos del enemigo, llegó á hacerse insostenib?

Ios sitiadores, considerablemento reforzados p fuerzas superiores que desde el Cerrito había venido en su auxilio, se disponían á dar una cal ga decisiva. Garibaldi, resuelto á no abandonar ( cadáver, levantó cu alto su espada—sable y doblar do con gesto heroico el ala de su sombrero blan co, dió cou voz estridente la orden de ¡á la hayo neta!

Hacia más de una hora que duraba el com bate. En aquel momento supremo se oyó û l distancia el toque ronco y convulsivo de un tam bor que no se confundía con ningún otro; era el tambor de la Legión garibaldina, que sonaba á retaguardia la orden dada por su jefe. Momento:

después la Legión italiana desembocaba á paso de carrera y dando alaridos en la plazuela llamada de la Cordobesa, haciendo flamcar al sor plo del entusiasmo su bandera negra sureada por las llamaradas del Vesubio. Simultáneamente il garon los batallones 40. y 5o. de cazadores mandados por el comandante César Díaz, (orientali y por el comandante Felipe López (argentino), y un piquete de la legión argentina á cargo de su mayor Juan Andrés Gelly.

Más de 1500 hombres por cada parte cont centraron en el espacio do treacientas varas de frente. Garibaldi, por orden del coronei Faustino Velasco (argentino), jefe de la línea exteriortomó el mando en jefe. El combate se hizo general desde las respectivas posiciones. Al cabo de 8:2-