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183 nición. Garibaldi, sereno y modesto, marchata en su caballo rosillo al lado del cadáver.

"...

Los funerales de Neira tuvieron también un arácter épico.

La viuda de Neira, respetable matrona argentina, sobrina del ilustre patriota de la indepen lencia D. Feliciano Chiclana, en cuya frente nublada por el dolor brillaban los reflejos de una belleza en su ocaso, se acercó vestida de luto al féretro descubierto; contempló el cadáver en silencio sin derramar una lágrima. y besando am rosamente su frente inanimada, le dijo con acento conmovedor y profundo: "Adiós, Neira, ¡has muerto por tu patria adoptiva!" Los cuatro jefes de batallón, acompañados por el alférez Ortiz y presididos por Garibaldi, que juntos habían salvado el cadáver, cargaban su féretro como un premio expresamente concedido á ellos por decreto de gobierno.

Estos eran los únicos premios que se concadan en la defensa de Montevideo, donde en diez años no se pagó un solo sueldo, y donde sólo e distribuía una raeión á cada soldado para no norirse de haubre.

Garibaldi pasaba las noches á obscuras porque ro tenin velas con que alumbrarse, y el día lo los funerales llevaba su traje de combate, porque era el único que tenía.

En los funerales de Patroclo lloraron hasta los caballos de Aquiles. En los de Neira, todos defenscaes de Montevideo so eintieron honor capaces de sacrificarse hasta por los despejos imortales de sus semejantes.