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trasladado los prisioneros á la fragata, sopló una furiosa brisa del NE . que la separó de los demás buques.

Dos días se mantuvo á la vista la golota, et medio de un recio temporal, que impedía comunicarse á ambos buques: al tercero no se le volvió á Ter más. El cuarto día volvió á avistarse el bergantin tomado en Santa Cruz, que durante ocho días había luchado con las tempestades. Ambos buques navegaron en conserva hasta el ó de mayo, en cuyo día también se perdió de vista para siempre.

El 8 cutró la fragata al puerto de Sau lidefonso, para donde se había dado cita al bergantín. En vano lo esperó Buchardo por espacio de quinee días: ni el bergantíu ni la goleta volvierou á reunfrscle y así se perdió la presa más valiosa del crucero, el buque con que contaba aumentar su poder marítimo y una no pequeña parte de su guarnición, que en el estado en que se hallaba, lo dejaba sumamente debilitado.

A pesar de estos contratiempos, el ánimo del capitán Buchardo no desmayaba.

Noticioso de que hacía más de tres años que las comunicaciones entre Filipinas y Acapulco y San Blas so hallabau totalmente interrumpidas, pue:

á tal impotencia se hallaba reducida la marina española, que no podía proteger el comercio de sus mismas posesiones, resolvió abandonar el crucerc del archipiélago, dirigiéndose á Cantón, en donde debían hallarse algunos buques despachados por la compañía de Filipinas.

El 21 de mayo puso la proa on aquella dirección y luchando con recios temporales siguió hasta la latitud 40 y 41 norte. A esta altura empezaron á escasear los víveres y los enfermos convalerien-