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Éstas son producto de las emanaciones del Águila y tienen un doble propósito: por una parte son las que mantienen la vida, la conciencia, la realización y el propósito, y por otra, se relacionan con la destrucción y la muerte.

La fuerza rodante o tumbadora es el medio por el cual el Águila distribuye la vida y la conciencia pero, del mismo modo, produce la muerte. La fuerza tiene dos aspectos que son complementarios.

El capullo energético humano tiene una "membrana" muy frágil. Cuando el capullo se fractura por el movimiento del punto de encaje, producido por un trauma o una enfermedad mortal, la tumbadora, que permanentemente nos está golpeando para darnos vida, se introduce por la fractura e inunda al capullo, rompiéndolo por completo y provocando la muerte.

Los antiguos toltecas y videntes, al descubrir esa fuerza y sus resultados, trataron de desentrañar sus secretos, más no lograron ser invulnerables e inmortales. El capullo del ser humano tan sólo es un "recipiente" de las emanaciones, el cual se gasta y, por lo mismo, no puede mantenerse eternamente; creer que sí fue un error que orilló a los antiguos toltecas a tratar de mantener la vida a cualquier precio, y de alguna forma la mantuvieron, pero no ya como seres humanos.

Los nuevos videntes retomaron este fracaso, y con nuevas experiencias y conocimientos, a través de la maestría del intento (en un momento culminante de las enseñanzas de Don Juan), el guerrero abre su capullo a voluntad y la fuerza de las emanaciones del águila lo inunda, produciendo la desintegración total e instantánea y el guerrero, al consumirse el fuego interno, recibe "El don del Águila" y la libertad total.

Debido a sus actividades, en un momento dado, los puntos de encaje de los guerreros se desplazan hacia la izquierda. Es un desplazamiento permanente, que resulta en un excepcional sentido de indiferencia, de control o incluso de abandono. Ese desplazamiento implica un nuevo alineamiento de emanaciones, y es el principio de una serie de cambios mayores. De manera muy apropiada, los videntes llaman a este cambio inicial perder la forma humana, porque el movimiento inexorable del punto de encaje, que se aleja de su posición original, resulta en la pérdida irreversible de nuestra afiliación a la fuerza que nos hace personas... —La fuerza rodante es el medio a través del cual el Águila distribuye vida y conciencia —dijo—. Pero también es la fuerza que, digamos, cobra la renta. Hace morir a todos los seres vivientes...” C.C.

LOS DESAFIANTES DE LA MUERTE

Don Juan habla de la búsqueda de la inmortalidad que llevó a los primeros videntes toltecas a situaciones de aberración. Si por una parte no podían hacer que su capullo se mantuviera imperecedero, sí buscaron mantenerse "vivos" a cualquier precio. Don Juan considera que ese precio fue muy alto; no murieron, pero dejaron de ser humanos. Por ello es peligroso el campo las zonas arqueológicas, pues los antiguos videntes toltecas mantienen allí una presencia que resulta por demás maligna.

Los antiguos videntes descubrieron que una manera de obtener energía de la Tierra era enterrándose, y mientras más energía necesitaban mayor era el tiempo que se mantenían enterrados.

Don Juan insistió siempre que el guerrero debe vivir con la conciencia de la muerte y el desapego correspondiente; de ahí que el guerrero extrae el valor para

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