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Acta Apostolicae Sedis - Comentario Oficial

Sin embargo, Nuestras angustias se aliviaron un poco cuando nos anunciaron que hombres de noble sentimientos se habían reunido en asociaciones con el objetivo de "salvar a los niños". Venerables Hermanos, no dudamos en aprobar y apoyar con nuestra autoridad, como era legítimamente necesario, un propósito tan excelente; corresponde de hecho a un primer deber la ternura hacia esa tierna edad que es queridísima por Cristo Redentor y que tiene menos capacidad de sufrir y resistir. Por lo demás, en situaciones similares había tenido ya antes ese mismo comportamiento. De hecho, recordad que no hace mucho tiempo socorrimos, por todos los medios, a los niños de Bélgica exhaustos por el hambre y la miseria y que públicamente los recomendamos a la solidaridad de los católicos. Se debe en gran parte a la común generosidad de estos que fue posible satisfacer las necesidades de muchos niños inocentes y proteger su seguridad y sus propias vidas. De hecho, tan pronto como exhortamos a los arzobispos y obispos de los Estados Unidos de América a tan noble empresa, la generosa contribución de la mayoría correspondió a Nuestros deseos. Hoy recordamos un suceso tan feliz, no tanto para llenar de elogios a los hombres dignos de ser inscritos en las glorias de la caridad cristiana, sino para que los Obispos de todo el mundo, impulsados por nuestra voz y autoridad, se esfuercen y compitan por seguir Nuestra sugerencia, comprometiéndose lo más posible junto con su rebaño.

Siendo así, a medida que se acerca el día del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, Nuestros pensamientos vuelan espontáneamente hacia los niños infelices, especialmente de Centroeuropa, quienes están más cruelmente acosados por la falta de esos bienes que son necesarios para la vida; y con mucho mayor afecto abrazamos a esa tierna prole, cuanto más evidentemente ella refleja en nosotros la imagen del Divino Infante que, por amor a los hombres, soporta el frío invernal y la privación de todo en la cueva de Belén. No existe ocasión más favorable que esta para implorar, en favor de niños inocentes, la caridad y la compasión de los fieles de Cristo y la solidaridad de aquellos que no se desesperan por la salvación de la humanidad.