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A través de la práctica de los valores, el estudiante podrá adquirir y usar adecuadamente los conocimientos, para su beneficio personal, el familiar y el comunitario. Por ello se insistía en que la educación era el arte de "dar sabiduría a los rostros ajenos".

De esta manera los estudiantes, hombres y mujeres, entraban en los antiguos y complejos procedimientos, usos y costumbres para formar "rostros sabios y corazones firmes".


"Un rostro sabe hacer que
las cosas se logren...
y
un corazón recto,
un corazón respetuoso de Dios.

Un corazón firme como la piedra,
resistente como el tronco de un árbol;
un rostro sabio.
Ser dueño de un rostro y un corazón"
Códice Matritense.


Como la transmisión del conocimiento en la civilización del Anáhuac fue de carácter oral, el estudio de la retórica era de suma importancia. El uso de la finura del lenguaje (y buenos modales), hacía que el estudiante o "momachtique", pudiera aprenderse las historias que se recordaban con los códices. En efecto, el códice no "se leía", sino que era un recurso nemotécnico, para recordar a partir de ideogramas, lo que previamente se había aprendido de manera oral.

Las matemáticas, la geometría y el cálculo, eran parte fundamental de su enseñanza académica. Debemos de recordar que fueron los antiguos mexicanos, la primera civilización que conoció y usó el cero matemático. Las operaciones matemáticas básicas y complejas, permitieron el desarrollo de la ingeniería, la arquitectura, la astronomía y la astrología. Los cálculos matemáticos para descifrar la mecánica celeste hicieron posible que la civilización del Anáhuac

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