horas, todas estas gentes van cada noche á aprender en sus tertulias lo que pensarán al dia siguiente.
Tambien hay un corto número de hombres y mugeres que piensan para todos los demas, y por los cuales todos los otros hablan y obran; y como cada uno piensa en su interes, y ninguno en el bien comun; y como todos los intereses particulares son siempre opuestos entre sí, es un choque perpetuo de partidos y de cabalas, y un flujo y reflujo de preocupaciones y de opiniones contrarias, en que los mas fogosos, animados por los otros, casi jamas saben de lo que se trata. Cada sociedad tiene sus reglas, sus juicios, sus principios, que en otra parte no son admitidos. El hombre honrado de una casa es un bribon en la del vecino. El bueno, el malo, el hermoso, el feo, la verdad, la virtud, solo tienen una existencia local y circunscrita. Cualquiera que gusta de tratar muchas personas y frecuenta muchas sociedades, debe ser mas flexible que Alcibiades; variar de principios como de reuniones; modificar su espíritu, por decirlo asi, á cada paso, y medir á palmos sus máximas: es necesario que en cada visita deje