toral: le oiréis sucesivamente predicar con el mismo celo las leyes, el despotismo, y la inquisicion. Hay una razon que es comun á la ropa, otra á la hacienda, y otra á la espada: cada una prueba muy bien que son malas las otras dos, consecuencia fácil de sacarse por las tres. Asi nadie dice jamas lo que piensa, sino lo que le conviene hacer pensar á otro; y el aparente celo que los hombres muestran por la verdad, jamas es en ellos otra cosa que la máscara del interes.
Creeréis que las gentes aisladas y que viven en la independencia tienen á lo menos un espíritu propio de ellas mismas; nada de eso: son otras tantas máquinas que no piensan y que se les hace pensar por resortes. No hay mas que informarse de sus sociedades, de sus tertulias, de sus amigos, de las mugeres que tratan, y de los autores que conocen: en esto puede anticipadamente establecerse su futuro sentir sobre un libro que va á publicarse y que no han leido, sobre una pieza pronta á representarse y que no han visto, sobre tal ó cual sistema del que ninguna idea tienen; y como el relox que ordinariamente no se le da cuerda sino para veinte y cuatro