Página:Pensamientos (Rousseau) - Tomo II.djvu/131

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ha limitado de tal modo sus fuerzas, que el abuso de la libertad que le deja no puede turbar el órden general. El mal que hace el hombre recae sobre él mismo, sin variar en nada el sistema del mundo, y sin estorbar que á despecho de sí misma se conserve la especie humana. Quejarse de que Dios no le estorba hacer el mal, es quejarse de que le haya hecho de una escelente naturaleza, de que haya puesto en sus acciones la moralidad que las ennoblece, y de que le dió derecho á la virtud. El goce supremo está en el contento de sí mismo: para merecer este contento, se nos ha puesto sobre la tierra, se nos ha dotado de libertad, somos tentados por las pasiones, y contenidos por la conciencia. ¿Que mas podia hacer en nuestro beneficio la misma potencia divina? ¿Podia hacer contradictoria nuestra naturaleza, dando el premio de las buenas obras á quien no tuviese la potestad de obrar mal? ¡Que! para estorbar que el hombre fuese malo, ¿era preciso limitarle al instinto y hacerle bruto? No, no, Dios de mi alma, jamas te acusaré de haberla formado á imágen tuya para que como Tú pudiese ser bueno, libre y feliz.