Página:Pensamientos (Rousseau) - Tomo II.djvu/167

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res, y no se les puede quitar aun cuando abusen de él. Si fuese posible que alguna vez pudiesen perderlo, hace ya mucho tiempo que lo hubieran perdido.

Es cierto que las mugeres solas podrian establecer entre nosotros el honor y la probidad; pero desdeñan recibir de manos de la virtud un imperio que solo quieren deber á sus gracias.

¡Cuan grandes cosas se harian con el deseo de ser estimado de las mugeres, si se supiese poner en movimiento este resorte! ¡Desgraciado el siglo en que las mugeres pierden su ascendiente, ó no sirve ya de nada par los hombres! Este es el último grado de depravacion. Todos los pueblos que han tenido costumbres han respetado á las mugeres. Veanse á Esparta, á los Germanos, á Roma, Roma, silla de la gloria y de la virtud, si alguna vez la tuviéron sobre la tierra. Allí eran las mugeres las que honraban las espediciones de los grandes generales, las que lloraban públicamente á los padres de la patria, y en donde sus votos ó sus lutos eran consagrados como el mas solemne juicio de la República. Todas las grandes revoluciones proviniéron de las mugeres.