calamidades. Las mas sublimes virtudes son negativas: son tambien las mas difíciles, porque son sin ostentacion y aun superiores al placer, tan dulce al corazon del hombre, de que otro se vaya contento de nosotros. ¡Oh, cuanto bien hace necesariamente á sus semejantes aquel de entre ellos, si hay alguno, que jamas les hace mal! ¡Que intrepidez de alma, que vigor de carácter necesita para esto! No raciocinando acerca de esta máxima, sino procurando practicarla, es como se conoce cuan grande y penoso es lograrlo.
El precepto de no dañar jamas á otro trae consigo el de estrecharse con la sociedad humana lo menos que sea posible; porque en el estado social el bien de uno constituye necesariamente el mal de otro. Esta relacion existe en la esencia de la cosa, y nada podria mudarla. Averigüese este principio: ¿cual es mejor, el hombre social ó el solitario? Un ilustre autor dice que el malo es el que vive solo, y yo digo que quien vive solo es el bueno: si esta proposicion es menos sentenciosa, es mas verdadera y mejor razonada que la precedente. Si el malo estuviese solo, ¿que mal haria? En la sociedad es donde