el único digno de ser habitado; y es tal la nada de las cosas humanas, que, fuera del ser existente por sí mismo, nada hay de bello sino lo que no lo es.
La pura moral esta tan cargada de obligaciones severas, que si se la recarga tambien de fórmulas indiferentes, casi siempre es á costa de lo esencial.
Nadie puede ser feliz si no goza de su propia estimacion.
Si la contemplacion de lo bello es el verdadero goce del alma, ¿como puede el malvado amarlo en otro, sin verse forzado á aborrecerse á sí mismo?
No hay asilo seguro sino aquel en que uno puede sustraerse á la vergüenza y al arrepentimiento.
Las malas máximas son peores que las malas acciones. Las pasiones desordenadas inspiran las malas acciones; pero las malas máximas corrompen la misma razon y quitan todo recurso para volver al bien.
El amor propio es un instrumento útil, pero peligroso: muchas veces hiere la mano que se sirve de él, y raramente hace bien sin mal.
El abuso del saber produce la incredu-