lidad. Todo sabio desdeña la opinion vulgar: cada uno quiere tener una propia. La orgullosa filosofía conduce al espíritu fuerte, asi como la ciega devocion conduce al fanatismo.
El interes particular nos engaña: solo la esperanza de lo justo no engaña.
Tal es la suerte de la humanidad: la razon nos muestra el objeto, y las pasiones nos apartan de él.
Fuera de lo necesario físico, todo es origen de mal: la naturaleza solo nos da necesidades en demasía, y es muy grande imprudencia multiplicarlas sin necesidad y poner de este modo su alma en mayor dependencia.
El primer paso al vicio, es cubrir con el velo del misterio acciones inocentes: cualquiera que gusta de disfrazarse, tarde ó temprano tiene motivo para ello. Un solo precepto de moral puede valer por todos los demas, y es este: «No hagas ni digas jamas nada que no quieras que todo el mundo vea y entienda. » Por lo que á mí toca, siempre he mirado como el mas apreciable de los hombres á aquel Romano que queria se construyese su casa de modo que se viese todo lo que se hacia en ella.