Página:Pensamientos (Rousseau) - Tomo II.djvu/69

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los prados cubiertos de gente que siega la yerba, cantando alegremente, y los ganados esparcidos á lo largo, sin saber por que se enternece uno. Asi la voz dé la naturaleza ablanda muchas veces nuestros corazones, y aun cuando se la oiga con un sentimiento inútil, es sin embargo tan dulce que jamas se la oye sin placer.

Las gentes de la ciudad no saben amar el campo, ni aun estar en él: apénas cuando lo estan, saben lo que allí se bace: se desdeñan de sus trabajos y de sus placeres, porque los ignoran: ¿y es estraño que les disguste, estando en él como en pais estrangero? Es menester ser aldeano, ó no ir al campo; porque ¿que es lo que se va á hacer allí? Los habitantes de Paris que creen ir al campo, no van á él, llevan á Paris consigo. Los cantores, los talentos, los autores y los parasitos forman la comitiva que les sigue. El juego, la música y la comedia son en él su ocupacion: si añaden á ella alguna vez la caza, la hacen con tanta comodidad, que no tienen la mitad de fatiga ni disfrutan la mitad del placer. Su mesa está cubierta y servida como en Paris: comen á las mismas horas que allí, se les sirven los mismos man-