CAPÍTULO XIII
LA PÉRDIDA DEL BERGANTÍN
ESTABA ya muy entrada la noche, si bien bastante clara, cuando el capitán del buque asomó la cabeza por la puerta de la cámara.
Hola!—gritó, salga Vd. á ver si puede dirigir el buque.
—¿ Es una de sus tretas?―preguntó Alán.
— Tengo cara de tretas?—exclamó el capitán.—Tengo otras cosas en qué pensar; mi bergantín está en peligro.
Por la expresión de su rostro, y sobre todo, por el acento de sus palabras cuando habló del bergantín, vimos al instante que decía la verdad; y por lo tanto Alán y yo, sin temor á traición alguna, salimos á la cubierta.
El cielo estaba claro; el viento, que soplaba con violencia, era muy frío, y la luna, casi llena, brillaba hermosamente. El bergantín se disponía á doblar la punta sudoeste de la isla de Mull, cortando las aguas con gran velocidad. Yo no podía imaginarme qué era lo que tanto alarmaba al capitán, cuando al alzarse el Covenant repentinamente en la cresta de una gran ola, nos dijo que miráramos, señalando con la mano algo á proa. Vimos como113