Yo creí también que todo ello era bien ridículo, pero no podía olvidar que mi padre se hallaba mezclado en el asunto y dije: —Seguramente, señor, pero también con su punta de trágico.
—Nada de eso, señor, nada trágico,—replicó el abogado, porque la tragedia implica algo serio que se disputa, mientras que aquí todo se reducía á la petulancia de un joven malcriado y consentido, que lo único que necesitaba era recibir una buena zurra. Sin embargo, su padre pensaba de otro modo; y de concesión en concesión por parte suya, y egoísmo sentimental de parte del tío de Vd., al fin los dos hermanos hicieron una especie de convenio, cuyas malas consecuencias ha sufrido Vd. últimamente. Uno, tomó la dama, y el otro se quedó con los bienes. Esta quijotada de su padre, que fué un acto de injusticia, ha engendrado innumerables injusticias.
Sus padres de Vd. vivieron y murieron pobres; Vd. fué educado en la pobreza; y, entretanto¡ qué rudos tiempos han sido para los pobres arrendatarios de las tierras de Shaws! Y aún podría agregar: ¡qué rudos tiempos para el Sr. Ebenezer!
—Y sin embargo, dije,—es ciertamente lo más singular, ver cómo puede cambiar la naturaleza de un hombre.
—Así es, contestó el Sr. Rankeillor, y con todo eso, me parece la cosa más natural. Su tío de Vd. no podía creer que había desempeñado un papel muy noble.
Los que conocían la historia, le huían; los que no la conocían, al ver que un hermano desaparecía, y que el otro era el dueño de sus bienes, hablaron de que se había