de la música que mira al canto y melodía. Adim. Ciertamente. Soc. A dicha pues no encontraria ya todo el mundo á primera vista lo que en orden á esto teníamos que decir , y qué reglas prescribiriamos yendo consiguientes á nuestíos principios? Por lo que á mí toca Sócrates, replicó Glaucon sonriendose, yo no soy de este número. Yo no podria atinar justamente por áhora (bien que lo sospecho), quáles son aquellas cosas que nosotrós debieramos decir. Soc. Pero á lo ménos vos estareis en estado de asegurarnos que la melodía se compone de tres cosas, de palabras , de armonía y de número. Glauc. Oh! por lo que hace á esto, sí. Soc. En quanto á las palabras, ora estén puestas en música, ora no lo estén, no deben ellas disponerse siempre por las mismas leyes que poco antes hemos establecido? Glauc. Es cierto. Soc. Necesario es tambien que la armonía y el número correspondan á las palabras? Glauc. No hay que hacer. Soc. Pero dexamos ya dicho, que se deben desterrar del discurso los llantos y lamentos. Glauc. Esto es verdad. Soc. Quáles son pues las melodías lamentables? decidmelo; porque vos sois músico. Glauc. Estas son i la lydia mixta y la aguda, y algunas otras semejantes. Soc. Luego separarse deben como inútiles, no solo para los hombres, sino aun para aquellas mugeres, que se precian de ser sábias y moderadas. Glauc. Enteramente. Soc. Tampoco hay cosa mas indecente á los guerreros, que la embriaguéz, la molicie y la
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