XLII
particular, ninguno de los enemigos de su tiempo se atrevió á reprenderle la infame pasion con que algunos modernos, por malicia ó por ignorancia de las costumbres de Grecia, se esforzaron amancillar la reputacion de nuestro filósofo.
Veíase entónces en el punto mas alto á que se puede aspirar una ambicion gobernada por la razon, sin que el interes, la vanidad ni el orgullo tuviese cabida en su corazon. Declárale el oráculo de Apolo preguntando por Cerephón, por el mas sábio de todos los hombres. Y Sócrates le interpreta modestamente con decir, que el oráculo solo le nombró para proponer un exemplo, como si hubiese dicho: el mas sábio es aquel, que, como Sócrates, reconoce que verdaderamente no hay en sí ninguna sabiduría. Fué siempre enemigo del ayre y nombre de maestro, y quando Demónico le presentó su hijo para que aprendiese de él la sabiduría, despues de haberle remitido á los sofistas que presumian ser los maestros, le preguntó al jóven Theages, si sabia qué cosa era la sabiduría? El qual respondiéndo afirmativamente, le replicó Socrates: os