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III
EL TRADUCTOR AL QUE LEYERE.


Habiendo sido tantas las eloqüentes traducciones de autores clásicos, así griegos como latinos, con que desde el siglo catorce acá enriqueciéron la lengua castellana y nuestra literatura erudítos y laboriosos españoles; extraño parecerá que del filósofo Platón no se haya hasta ahora que se sepa, traducido nada en castellano, quando sus obras se tuviéron siempre por lo mas selecto, instructivo y docto que escribiéron los filósofos de la Grecia sábia. Este descuido se hace mas notable al considerar, que sobre todos los antiguos tiene la ventaja de ser á un mismo tiempo el mas sólido y el mas eloqüente; aprendiéndose en sus escritos no solo el buen lenguage, sino ademas la ciencia de bien vivir: en términos que solo con su lectura puede quedar qualquiera instruido perfectamente de quanto supiéron los gentiles en órden á la ciencia moral; cuyas verdades esparcidas en las obras de los otros filósofos, y recopiladas en las suyas,