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Y esparce aromas suaves
Por la esmaltada pradera,
Cuando arrebola la esfera
Naciente rayo de sol:
Así la voz cariñosa
De la mujer en el suelo
Vierte inefable consuelo
Sobre el poeta infeliz.
Y entonces, si ella lo quiere,
Entona el canto olvidado,
Y admira el mundo arrobado
Su melodioso laud.
¡Feliz, si en móvil arena
Su pensamiento no escribe!
¡Feliz, si en premio recibe
Solo un suspiro.... no mas!
Escucha, pues, los acentos
Que tú me inspiras, Maria,
Y quiera el Cielo armonía
Dar á mi lira esta vez.
La noche tiende su manto,
Brama en los techos el viento;
Tan solo mi pensamiento,
Hermosa, vela por ti.
Tú en blando lecho, sin duda,
Yaces, cubriendo tu cuello,