No á otra causa se debe los grandes reformadores. [1]
Creémos que no existe actualmente en nuestros paises, un hombre honrado, una cabeza inteligente que no haya sido aquejada por el agudisimo dolor que ocasiona el desórden moral, la anarquia material que produce ese desorden, la tiranía de uno ó de muchos que resulta de la anarquía; y el hombre huye del dolor instintivamente, Y como asi nos esplicamos las reacciones hácia el órden que enjendra siempre el ecseso del desorden: como sobre estas bases reposa nuestro mismo convencimiento de que esos caziscasgos que tizan y azotan á los pueblos americanos, y cuya aparición concebimos perfectamente, son colosos con pies de arcilla, á medida que sus tendencias inmorales se desarrollan y sus proporciones se agrandan, los vemos bambolear sobre sus menguados apoyos: y apartamos la vista, indeliberadamente, para buscar el simbolo de los dias que van á venir; ponemos el oido para escuchar la palabra que nos revele el sentimiento, las ideas intimas, que se esconden en el seno de la sociedad.
Asi es que cuando le oimos esclamar á nuestro poéta:
- Y por qué bajan al llano
- Esas huestes iracundas
- Y en contiendas infecundas
- Sangre dán y hacen correr?