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Por qué quieren sus caudillos
Con el hierro de la lanza,
Dó virtud tan solo alcanza
Alcanzar ellos tambien?—

Pareciónos escuchar la voz de todos los buenos ciudadanos, el grito de horror á la guerra civil, y Berro espresó, para nosotros, un sentimiento general, destinado á dominar y estenderse en todo el terreno que esas luchas han yermado.

Es indudable, en nuestro sentir, que esas esclamaciones son los síntomas del descrédito en que, despues de tantos ensayos sangrientos, han debido caer las utopias de los ideólogos que han querido constituirnos á priori, las promesas de los ambiciosos, las miras estrechas de nuestras banderias y parcialidades; y que la reacción que debe postrar á esos poderes tiránicos, incubados por la guerra civil, ha de tomar nuevas veredas. No ha de recurrir á las transiciones violentas, sin estrellarse con los hechos consumados y los intereses establecidos; ha de anunciarse retrocediendo insensiblemente de las constituciones, á los catecismos; de los jurados, á las escuelas; de la ardiente polémica de los partidos, á la predicación evanjélica del párroco ilustrado y patriota; en una palabra, de las bayonetas, á las ideas y á las labores industriales. Si este retroceso que presentimos, que nos parece lógica é históricamente natural, es una mera ilusión, una quimera, no queremos despojarnos de ella: la defenderemos,