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ADOLFO BERRO



:¡Ay! del que rie del ageno llanto
Y vé sin pena que el sepulcro encierra
Jóven lozano!


Yo tambien te perdí! La hojosa palma
Que crece inmensa sobre yerma arena,
Brinda el tesoro de su sombra amena
Como los cielos su apacible calma.

Bajo sus ramas se cobija el bueno
Cuando la tempestad se precipita:
Y cuando mas el huracan se agita,
Siente sin miedo palpitar su seno.

Asi al mirar que repentino rayo
Rápido estalla y á la palma hiende,
Yertas sus manos al Eterno tiende,
Sellado el labio con mortal desmayo.

Por el desierto sus miradas gira,
El sol cual llamas en el rostro siente;
El aire empaña su lozana frente,
Busca la palma, y de dolor suspira!