Así, mi Adolfo, contemplé creciendo,
A las nubes tu alada intelijencia;
Y burlando del tiempo la inclemencia,
Entre las tempestades floreciendo.
Ofrecer con sus alas la bonanza
A los que han visto con la luz del dia
La torpe mano de fortuna impía
Ajar hasta el crisol de la esperanza.
Profético enseñarles con tu mano
El iris bello de tu patrio cielo,
Y los verdes arbustos que en el suelo
Crecen burlando el huracan tirano.
Y en medio dellos al mirarte hermoso,
Cual diamante entre perlas colocado,
Te miro derrepente arrebatado
Dejando negro el centro luminoso!
Y en la callada
Fúnebre fosa
Poner helada
Bajo la loza
La frente que encerraba el fuego santo
De la sublime inspiración del canto!....
Que eras de los escojidos
Que cuando caen en el suelo
Han aprendido en el cielo
Del canto la majestad,
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