Seguro por la ley, quieto y dichoso
El hombre en las ciudades se avecina;
Y do se alzaba bajo triste encina
El crudo altar del drúida espantoso,
Verjeles pinta el mayo delicioso
Y recama de mieses la colina.
Estos son, sociedad, tus gratos dones:
Tú al placer, tú á la paz, tú al amor santo
Convidas los humanos corazones:
Que la perfidia vil, el odio esquivo,
Y de la envidia el rencoroso llanto
Reliquias son del bosque primitivo.
XXI.
Dulce es á la codicia, cuando alcanza
Doblar el oro inútil, que ha escondido;
Dulce al amor, feliz ó desvalido,
Meditar ya el placer, ya la esperanza.
Dulce es tambien á la feroz venganza,
Que no obedece al tiempo ni al olvido,
Los sedientos rencores, que ha sufrido,
Apagar entre el fuego y la matanza.
A un bien aspira todo vicio humano:
Teñida en sangre la ambicion impía
Sueña en el mando y el laurel glorioso.