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Página:Poesías - IA poesas00listgoog.djvu/283

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Sonetos.

Sola tú, envidia horrenda, monstruo insano,
Ni conoces ni esperas la alegría:
Que ¿dónde irás, que no haya un venturoso?

XXII.

LA ESPERANZA.

Dulce esperanza, del prestigio amado
Pródiga siempre, que el mortal adora,
Ven, disipa piadosa y bienhechora
Las penas de mi pecho acongojado.
Vuelve á mi mano el plectro ya olvidado,
Y al seno la amistad consoladora;
Y tu voz, ó divina encantadora,
Mitigue ó venza la crueldad del hado.
Mas ay! no me presentes lisonjera
Aquellas flores, que cogiste en Gnido,
Cuyo jugo es mortal, aunqué es sabroso.
Pasó el delirio de la edad primera,
Y ya temo el placer, y cauto pido,
No la felicidad, sinó el reposo.

XXIII.

LA RAZON INUTIL.

Es tarde ya para que amor me prenda
En su lazo halagueño y fementido: