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Misas Herejes.

¡lomos de pobre bestia sufrida,
de pobre bestia ya reventada!
Y aquella noche, ¡noche tremenda!
en que sintiendo la horrible náusea
del primer vómito, que arrancó el golpe
del bruto infame, loca de rabia,
embravecida, con todo su asco
le escupió al rostro su sangre insana...
Y otra vez, y otra; feroz recuerdo
del miserable, lleva la marca
lleva el estigma que dejó el tajo
con que, al marcharse, le abrió la cara.
Después, enferma... Los sufrimientos,
las mentirosas voces de lástima
o los insultos jamás velados:
¡La vida puerca, la vida mala!
Perdió en el lecho sus atractivos,
y así, destruída la antigua gracia,
ya no hubo triunfos, pues los deseos
para saciarse la hallaron flaca...
Por eso a solas, hoy, en el cuarto
donde se muere, donde le arranca
hondos gemidos la tos violenta,
la tos maldita que la desangra,
bajo la fiebre que la consume
tiene rencores de sublevada,
¡tiene unas cosas!... ¡Oh, si pudiera
con los pulmones echar el alma!