Por eso elogia siempre los más sensibles
finos ensueños, como también halaga
las audaces pasiones irresistibles
de los fieros Tenorios de poncho y daga.
La luz de un viejo idilio, como aureola
que ciñe su cordaje, quizás le llega
desde el fondo de un rancho: que aunque española,
conoció el amor gaucho de Santos Vega.
Bajo el alero en ruinas, contando duras
malas correspondencias a sus deseos,
con la magia vibrante de sus ternuras
cautivan a las mozas criollos Orfeos.
Ella inspira en el baile las alabanzas
de floridos requiebros y relaciones,
o las citas fugaces en las mudanzas
de los tristes cielitos y pericones.
O, a los lentos acordes provocativos,
en su seno se agitan las habaneras,
que, libertando locos besos cautivos,
se desmayan sensuales en las caderas.
Organos y clarines, sus voces finas
suenan, cuando en el rojo de sus vergeles
florece la amargura de las espinas
y sangra la epopeya de los laureles.
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Evaristo Carriego