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Misas Herejes

A sus cordiales sones apasionados,
en las noches alegres de serenatas;
envían los galanes desconsolados
sus doloridas quejas a las ingratas...

Por sus historias pasan, como un gemido
que presagiase largos fatales duelos,
las románticas cuitas del pecho herido,
o las rojas venganzas de los Otelos.

Cuando la pulsan toscas manos brutales,
ella tiene temores de sensitiva,
como bajo opresiones espirituales
insinúa caprichos de novia esquiva.

—Melodiosos mensajes de las constancias—
se mecen las memorias en sus cadencias,
y desde el infinito de las distancias
vienen los «no me olvides» a las ausencias.

Ofrenda generosa de un dulce instante
que llenase la caja de ritmos ledos,
en las cuerdas sonoras puso una amante
el beso, que, aun borrado, quema los dedos.

Calandrias fugitivas que van pasando,
de tiempos de leyenda vivo trasunto,
por ella todavía cruzan vagando
los derroches de ingenio del contrapunto.