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Página:Políticas de modernización universitaria y cambio institucional.djvu/99

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criticas, lo cierto es que los estudios que toman como objeto-las transfonnacio- nes culturales hanabierto un campo de problemas no reducibles a las explica- ciones en términos solamente socio-económicos o ideológico-valorativos. En el marco de este somero balance de críticas y potencialidades de los conceptos de cultura política o cultura institucional, resulta claro que el punto inicial de la discusión se relaciona con el propio concepto de cultura. En este sentido, y apoyándonos en la perspectiva geertziana, podemosdecir que la cultura no constituye un agregado de ritos, creencias o mitos (sean estos primitivos o modemos) sino que es una trama o estructura de signi■caciones más amplia donde cobran sentido esas unidades menores que el investigador recorta. Este concepto semiótico de cultura que postula Geertz’, es el que le permite avanzar sobre campos que fueron tradicionalmente objeto de otras disciplinas como la historia, la sociología, ciencia política yque en nuestro caso nos habilitan para explorar el universo simbólico universitario en términos de cultura política”. Retomando a Lechner, podemos decir que la cultura política incorpora la dimensión temporal ya que la misma noción alude a la consolidación de determinadas pautas que se transmiten en largos procesos de socialización, y que actúan sobredeterminando la propia acción de los actores. Correlativamen- tela noción de cultura institucional apunta a articularde modo dinámico el cruce entre historia institucional y cultura académica, entendida esta última como trama de signi■cados derivados, o mejor dicho, que tienen en su base -aunque no exclusivamente- una pertenencia disciplinar. La di■cultad que se nos presenta, y que en buena medida se expresa en una deliberada ambigüedad de estos conceptos, es que la realidad universitaria argentina se despliega en formas bastante híbridas donde se superponen simultáneamente, y no necesa- riamente de modo contradictorio, aspectos de la cultura política, de la cultura institucional y de la cultura académica. Este rasgo de sincretismo es quizás el que nos obliga a diferenciamos de los marcos de análisis dominante en el mundo desarrollado donde estas esferas están mucho más separadas y delimitadas”. Sintetizando lo hasta aquí expuesto, decíamos que la noción de campo (cientí■co ylo académico) nos brinda un marco de análisis, que sin abandonar Iaincidencia de lasdeterminaciones globales, posibilita insertarydarcuenta del 100 y las tendencias de la opinión pública. Pese a la justeza de algunas de estas