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en mis desórdenes había más flaqueza que maldad.

En consecuencia, su amistad me prestó auxilios sin los cuales habría sucumbido infaliblemente.

Con todo, no le dije una palabra del propósito que tenía de evadirme de San Lázaro. Solamente le supliqué que se encargara de mi carta; la tenía preparada ya, y supe hallar pretextos que justificaran la necesidad que tenía de escribirla. La llevó fielmente a su destino, y Lescaut recibió la suya antes de la noche.

Fué a visitarme al día siguiente, y pasó sin dificultad bajo el nombre de mi hermano. Mi alegría fué extrema al verle en mi cuarto. Cerré la puerta con cuidado. "No perdamos un momento —le dije; primero, dadme noticias de Manon, y en seguida, un buen consejo para romper mis cadenas." Me aseguró que no. había visto a su hermana desde la víspera del día de mi detención; que supo su suerte y la mía después de muchas preguntas y pasos; que se había presentado varias yeces en el hospital, sin poder conseguir hablar con ella. "¡Desgraciado G de M!—exclamé. ¡Me las pagarás!" "En cuanto a vuestra libertad—continuó Lescaut—, es empresa menos fácil de lo que suponéis.

Anoche, dos amigos míos y yo pasamos la velada observando el exterior de esta casa, y pudimos percatarnos de que las ventanas de esta habitación dan a un patio rodeado de edificaciones, como vos nos habíais indicado; así, pues, será muy difícil sacaros de aquí. Además, estáis en el piso tercebalty