Página:Prevost - Manon Lescaut (1919).pdf/114

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
112
 

turas, juzgó que al salir de San Lázaro no estaría muy bien de fortuna, y me ofreció su bolsillo, insistiendo en que lo aceptara. No lo acepté, pero le dije: "Es demasiado, querido señor. Si después de ser tan bondadoso y amable, hacéis que vuelva a ver a mi querida Manon, seré vuestro amigo toda la vida. Si llegáis a devolverme a esa adorada criatura, no os pagaré ni aun vertiendo toda mi sangre por serviros." No nos separamos hasta que hubimos convenido la hora y el sitio en que habríamos de vernos. Tuvo la bondad de no aplazar nuestra entrevista sino hasta aquella misma tarde.

Le esperé en un café, donde fué a buscarme a eso de las cuatro, y juntos emprendimos el camino hacia el hospital. Me temblaban las piernas al cruzar los patios. "¡Oh, fuerza del amor!—decía—.

Voy a volver a ver al ídolo de mi corazón, al objeto de tantas lágrimas e inquietudes. ¡Cielos!

¡Conservadme la vida hasta que esté a su lado, y luego disponed de mi suerte y de mis días; no os pido más!" El señor T habló con algunos porteros de la casa, que se apresuraron a ponerse a su disposición en lo que dependiera de ellos. Preguntó por el departamento en que Manon se aposentara, y hacia él nos guiaron, con una llave de un tamaño que daba miedo, y que servía para abrir su puerta. Pregunté al criado que nos guiaba, y que era el que solía servinla, de qué modo había pasado el tiempo que llevaba en la casa. Nos dijo que era de Say 4 1 i !

I

1 !