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amante delicado que verse conducido por su causa, y a pesar suyo, a la grosería de las almas más bajas.

Eran las once cuando llegamos a Chaillot. En la posada nos recibieron como a gente conocida.

No les sorprendió ver a Manon vestida de hombre, pues en París y sus cercanías están acostumbrados a que las mujeres aparezcan bajo todos los aspectos. Hice que la atendieran lo mismo que si hubiera estado en la situación más boyante de fortuna. Ella ignoraba que yo no tenía dinero. Guardéme muy bien de decírselo, pues estaba resuelto a volver solo a París por la mañana para buscar un remedio a aquella molesta enfermedad.

Mientras cenábamos, la observé pálida y delgada. En el hospital no me había fijado, porque la habitación en que nos vimos no tenía muchá luz.

Le pregunté si no sería efecto tal vez del terror que la sobrecogiera al ver asesinar a su hermano. Aseguróme que, aun cuando le había impresionado mucho aquel accidente; su palidez no procedía sino de haber pasado seis meses sin verme.

—Entonces, me amas mucho ?—le pregunté.

—Mil veces más de lo que puedo expresar—respondió.

—Entonces, ¿ya no me volverás a abandonar?

—añadí.

¡No, nunca!—repuso ella.

Me confirmó esta seguridad con tantas caricias y juramentos, que realmente me pareció imMy Belly —=