Página:Prevost - Manon Lescaut (1919).pdf/126

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
124
 

cesitaba informarme y tomar medidas para la seguridad de Manon y la mía. Después de mil proyectos y combinaciones acerca de estos tres puntos esenciales, decidí reducir los dos últimos.

No dejábamos de estar ocultos en un cuarto de Chaillot; y en cuanto a las necesidades futuras, pensé que sería tiempo de cuidarme de ellas cuando hubiera satisfecho las presentes. Era necesario, de momento, llenar mi bolsa.

El señor T me había ofrecido generosamente la suya; pero yo sentía una repugnancía invencible a ser el que volviera sobre este asunto. ¡Qué papel el de ir a poner de manifiesto la propia miseria a un extraño y suplicarle que nos dé parte de su fortuna! Sólo es capaz de tal acción un alma cobarde y de una bajeza tal, que le haga indiferente al sentimiento de dignidad; o un cristiano fervoroso, tan excesivamente humilde, que sea superior a esta vergüenza. Como yo no era ni un cobarde, ni un buen cristiano, habría dado parte de mi vida por evitarme aquella humillación.

Tibergo decíame yo, el buen Tibergo, ¿se negará a darme lo que pueda? No; le impresionará mi miseria; pero me asesinará con su moral.

Tendré que soportar sus reproches, sus sermones, sus amenazas; me hará pagar tan cara su ayuda, que también daría parte de mi vida antes que exponerme a una escena enojosa, que me dejaría lleno de turbación y remordimientos. ¡Bueno!—continuaba, tengo que renunciar a toda esperanza, puesto que no me queda más camino que estos Deixa