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una, se dirigió a la calle en que fuera detenido su hijo; no pudo descubrir sus huellas, y, entonces, fué a casa de su amante, adonde se figuró que quizá habría vuelto.

Iba yo a meterme en la cama cuando llegó.

Como estábamos encerrados, no of llamar a la puerta de la calle. Entró seguido de dos arqueros, y habiendo tratado de informarse de lo que fuera de su hijo, sin resultado satisfactorio, se le antojó ver a su amante para tratar de sacar de ella algún rastro. Sube al cuarto, acompañado siempre por sus arqueros. Nos disponíamos a meternos en la cama. Abre la puerta y nos deja helados con su presencia. "¡Dios mío!, es el viejo G M dije a Manon. Salto hacia mi espada; pero por desdicha mía estaba enganchada en el cinturón. Los arqueros, al ver mi ademán, se acercaron para arrebatármela: un hombre en camisa está indefenso; los arqueros me quitaron todos los medios de resistir.

G M, aunque un tanto turbado ante aquel espectáculo, no tardó en reconocerme; más pronto aún reconoció a Manon. "Es ilusión mía?—nos dijo gravemente. ¿No estoy viendo al cabali ro Des Grieux y a Manon Lescaut?" Tan rabioso estaba de vergüenza y de dolor que no respondi.

El, sin embargo, silencioso durante algún tiempo, parecía rumiar alguna idea, y como si de repente sintiera avivarse su ira, exclamó dirigiéndose a mi: "¡Desgraciado, estoy seguro de que has matado a mi hijo!" Aquella injuria me iniginal by