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nuestra casa. Mi hermano mayor ya había empleado en otro tiempo este sistema. Cierto que je ya era mayor; pero la edad es una razón muy débil contra la fuerza. Di, sin embargo, con un medio que me salvaba del peligro, y era citarle en un sitio público, anunciándome a él con otro nombre. T se fué a casa de G M, y yo :

Luxemburgo, desde donde mandé recado a mi padre, diciéndole que un servidor suyo le esperaba.

Temía que pusiera alguna dificultad en ir porque se acercaba la noche. Sin embargo, apareció a poco, seguido de su lacayo; yo le supliqué que nos internáramos por una alameda donde pudiésemos estar solos. Dimos más de cien pasos sin hablar; indudablemente, él debió de pensar que yo no tomaba tantas precauciones para una tontería. Esperaba mi explicación, y yo la meditaba.

Por fin abrí la boca. "Señor—le dije temblando, sois un buen padre. Me habéis colmado de favores y me habéis perdonado innumerables faltas; por eso el cielo es testigo de que tengo para vas todos los sentimientos del hijo más cariñoso y respetuoso. Pero me parece que.... vuestro rigor..." "Bueno!, mi rigor?—interrumpió mi padre, que supuso, sin duda, que yo hablaba despaeio para impacientarle. "Ah, señor!—continué yo. Me parece que vuestro rigor es extremado en el trato de la desgraciada Manon. Os habéis frado de G M. Su rencor os la ha pintado con los colores más negros. Os habéis formado una idea odiosa de ella. Y, sin embargo, es la més by