Página:Prevost - Manon Lescaut (1919).pdf/53

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
51
 

tendo morir—respondió ella—si no me devuelves tu corazón, sin el cual no puedo vivir." "Pídeme la vida, ¡infiel!—repuse, dando salida a mis lágrimas, que en vano me esforzaba por contener—; pídeme la vida, que es lo único que no te he sacrificado, pues mi corazón nunca ha dejado de ser tuyo." Apenas pronuncié estas palabras, levantóse ella con ímpetu para arrojarse en mis brazos. Me colmó de mil caricias apasionadas. Me llamó con todos los nombres que el amor inventa para expreear la más viva termura. Yo aún la correspondía con languidez. ¡Qué cambio, en efecto, de la situación tranquila en que yo estaba a los movimientos tumultuosos que sentía renacer! Estaba espantado. Me estremecía, como ocurre cuando nos sorprende la noche en un campo extraviado; en tal momento créese uno transportado a un nuevo orden. de cosas, nos paraliza un terror secreto y no logramos recobrarnos hasta después de haber inquirido durante mucho tiempo en derredor nuestro.

Nos sentamos uno junto a otro. Yo tomé sus manos entre las mías. "¡Ah, Manon!—dije, mirándola con tristeza—. Yo no esperaba la negra traición con que pagaste mi amor. Bien fácil te debió ser engañar un corazón en que reinabas en absoluto y cuya única felicidad consistía en agradarte y obedecerte. Dime ahora si has encontrado otro tan amante y tan sumiso. No, no; la Naturaleza no forja muchos del temple del mío. Dime al menos si los has añorado alguna vez. ¿Qué puedo fiar de este rasgo de bondad que te trae aquí hoy para Tatty