§ I. En el siglo XV los italianos eran casi los únicos que comerciaban con los géneros que Asia suministra a Europa, particularmente especias, tales como pimienta, canela, clavo, jengibre, nuez moscada y otros productos vegetales, tan buscados siempre, y aun hoy solicitados, más por sus virtudes que por su agradable sabor. Dichas drogas provenían de ciertas islas situadas cerca del ecuador, desde las cuales sus habitantes o sus vecinos las transportaban a la parte de las Indias que está entre estas islas y Europa, y los mercaderes de Europa iban a recogerlas allí. Antes que los árabes hubiesen ocupado y devastado el Egipto, el comercio se hacía por el mar Rojo, como en tiempo de los fenicios. Desde las orillas de dicho mar se transportaban las mercancías a las riberas del Nilo a lomos de camellos, después de haber ensayado en vano el cavar canales navegables. Conducíanlas por el Nilo en barcos a los puertos del Egipto, donde los navíos de Venecia, de Genova, de Amalfi y de Pisa iban a cargar; y cuando los árabes, por intolerancia religiosa, por despotismo político, o, mejor dicho, por una anarquía siempre favorable a los piratas, cerraron totalmente el paso al comercio en el golfo Arábigo, los mercaderes tuvieron que ir al golfo Pérsico, desde el cual, por el Eufrates, por el Indo y por el Oxus, llevaron los géneros de la India al mar Caspio o al mar Negro, y desde éstos al Mediterráneo, adonde los italianos iban a buscarlos para repartirlos por todas las costas de Europa y el interior, hasta las glaciares regiones de la Moscovia y de Noruega, donde tenían sus factorías.
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