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Y el tiempo que dormia En los senos del baratro profundo, Se despertó creyendo que llegaba La hora final del mundo!
El cielo estaba mudo;
y la turba frenética avanzaba
Con ronca voceria,
Como avanza rugiendo la marea
En la playa sombria,
Cuando Jove asomó: vibró en su mano
El rayo de las cóleras sangrientas,
Rugió en su voz el trueno del estrago
Y encadenó á su carro las tormentas!
Temblaron los ginetes
En los negros corceles de granito;
Redoblaron su zaña
Arrojando á los pórticos del cielo
Con insultante grito
Pedazos de montaña,
Y volcaron los mares
Para apagar en la sobérbia cumbre
Los rojos luminares.