Página:Prosa por José Rizal (JRNCC, 1961).pdf/69

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judíos, a los librepensadores. Se siente siempre orgullosa de la historia de su país. Cree que es la mejor del mundo, pero tan pronto como oye de algún crimen, o falta de sus compatriotas, empieza a gritar: Aquí siempre somos salvajes, siempre tenemos sangre africana, etc…

"El verdadero madrileño desaparece cada día. De él no se queda más que la clase baja, canalla que es el lodo, el fango de Madrid. Cada vez que pienso de esta sociedad, me imagino la clase baja como el fertilizante, la burguesía como flor que crece en este terreno abonado. La aristocracia se divide en dos clases: la vieja y la nueva. La vieja es siempre un poco altiva, pero de una altivez de espuma; desaparece tan pronto como se la toca. La nueva es el término medio que conduce de la burguesía a la aristocracia antigua. Es muy difícil definir sus límites: es amable, a veces un poco ridícula por darse apariencias falsas y por pretender esconder sus blasones forjados anteayer.

"El clima de Madrid es terrible; no se sabe por la mañana si el día será caliente o frío a las doce; el Guadarrama que está al lado manda un viento que causa muchas neumonías. Las casas están mal levantadas, el suelo es de ladrillos. En la casa se encuentran una o dos chimeneas que dan escalofríos en invierno y producen reuma. Felizmente, se pasa la vida en los cafés, en los restoranes donde se habla de política, de toros, se discute, se grita, se ríe, se pelea, sin estar seguros de los motivos o de las causas de las diferencias de opinión.

"Queda mucho que decir de Madrid, pero no tengo el tiempo de hablar de ello.

"Heidelberg, 1886."