Petronio encogióse de hombros y dijo: —Como tú vives encerrado en tu casa, embebido en tus meditaciones acerca de Ligia ó de los cristianos, acaso no sabes lo que ocurrió hace apenas dos dias. Nerón se unió públicamente en matrimonio con Pitágoras, quien presentóse en traje de novia. Esto parecería haber salvado los límites de la locura, ¿no es verdad? Pues bien: se llamó á los flamines (sacerdotes) quienes acudieron y celebraron la ceremonia con toda solemnidad.
Estuve presente en ella. Soy de mucho aguante: sin embargo, á la sazón ocurrióseme, lo confieso, que los dioses, si algunos existiesen, debieron allí mismo haber hecho alguna señal. Pero el César no cree en los dioses, y tiene razón.
—De manera que Nerón es entonces, una sola persona, sumo sacerdote, Dios, y ateo,—dijo Vinicio.
—Cierto,—dijo Petronio riendo.—Eso no me había venido á la mente: pero es una conbinación como no se ha visto antes otra igual en el mundo.
Luego, después de un momento de silencio, repuso: —Y sería menester agregar que este sumo pontifice, que no cre en los dioses y este dios que también los desdeña, siendo ateo les teme.
—Y prueba de ello es lo que aconteció en el templo de Vesta.
—¡Qué sociedad!
—A tal sociedad, tal César. Pero esto no ha de durar mucho.
Así conversando entraron á la casa de Vinicio, quien con regocijado acento pidió la cena y en seguida, volviéndose á Petronio, repuso: —Nó, querido; la sociedad necesita de una renovación.
—Renovación que no haremos nosotros—contestó Petronio—aún cuando no haya para ello otra causa que esta: En los actuales tiempos de Nerón, el hombre solo es una ma-
