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QUO VADIS

«Te escribo desde Laurento, en donde nos hemos detenido á causa del calor.

«Otón poseía aquí una espléndida casa de campo con que un tiempo obsequió á Popea, quien, aunque divorciada de él, creyó propio conservar el magnifico presente.

Cuando pienso en las muje es que en la actualidad me rodean, y en tí, me imagino que de las piedras arrojadas por Deucalión deben haber brotado gentes de diversas especies, enteramente distintas las unas de las otras, y que tú eres de aquellas que nacieron del cristal.

«Te admiro y te amo con toda mi alma, y sólo quisiera hablar de ti; de ahí el que deba violentarme para escribirte acerca de nuestro viaje, y de lo que á mí me sucede, y darte noticias de la corte.

«Pues bien; el César fué aquí el huésped de Popea, quien habla preparado secretamente para él una recepción soberbia. Ella tan solo invitó á unos pocos de los favoritos de Nerón, pero Petronio y yo nos contábamos entre éstos.

«Después de la comida fuimos en botes dorados á dar un paseo por el mar, el cual se hallaba tan tranquilo como si durmiera, y tan azul como tus ojos, joh divina mía! Bogamos nosotros mismos porque evidentemente halagaba á la Augusta el que hombres de dignidad consular, ó hijos de éstos, fueran remando en homenaje a ella.

El César, sentado junto al timón y vestido de una toga purpúrea, cantó un himno en honor del mar, himno que había compuesto la noche anterior y adaptádole música en unión de Diodoro.

En otros botes le acompañaban esclavos de la India, que tocaban en sendas conchas marinas, en tanto que alrededor nuestro dejábanse ver numerosos delfines, cual si en realidad la música les hubiese atraído desde las profundidades de Anfitrite.

¿Y sabes lo que á la sazón hacia yo? Pensaba en ti, y languidecía por tu ausencia. Y me decía que bien qui-