Página:Quo vadis - Eduardo Poirier tr. - Tomo II (1900).pdf/90

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
88
QUO VADIS

siera poder abarcar todo aquel océano, toda aquella apacible calma y las harmonías todas de aquella música, y depositarlas á tus pies.

¿Quieres, Augusta mía, que vayamos á vivir á algún punto situado en la ribera del mar y lejos de Roma? Yo poseo tierras en Sicilia, en las cuales hay un bosque de almendros que dan flores de color de rosa en primavera.

Y este bosque desciende hasta la propia orilla del mar, á tal punto, que las ramas de sus árboles casi tocan la superficie del agua.

«Alli me consagraré á amarte y á honrar las enseñanzas de Pablo, porque ahora sé que no se oponen ni á la felicidad, ni al amor. ¿Lo quieres tú así?

«Pero antes de recibir tu respuesta, he de seguirte refiriendo lo que pasó en el bote.

«Pronto perdimos de vista la ribera. Y vimos delante de nosotros una vela á la distancia, é inmediatamente suscitóse una discusión acerca de si aquel era un simple bote de pescadores ó un gran barco procedente de Ostia.

Yo fuí el primero en descubrir lo que era, y entonces la Augusta dijo que evidentemente nada había oculto para mis ojos; y dejando caer de súbito el velo sobre su semblante, me preguntó si podría reconocerla asi.

«Petronio contestó inmediatamente que hasta el mismo sol hacíase invisible detrás de una nube; más ella dijo, como en chanza, que solamente el amor habría de cegar una mirada tan penetrante como la mía; y poniéndose luego á nombrar sucesivamente á varias de las mujeres de la corte, empezó á prguntarme, intentando descubrir á la vez cual de ellas era objeto de mi amor..

»Yo le contesté con calma, pero por fin mencionó ella tu nombre.

Y al hablar de tí, descubrióse de nuevo el rostro y me dirigió una mirada inquisidora y aviesa.

Estoy real ente agradecido á Petronio, quien hizo en el propio instante virar el bote, con lo que apartó de mi