Página:R.E-Tomo VI-Nro.21-Id.09.djvu/3

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido validada

pasión al hijo de sus señores, que resuelve casarse con ella. La Inquisición, que ha olido algo acerca de la procedencia de la doncella, amenaza á ésta con espantosos castigos, y á su amante con la pérdida de sus grandes honores y dignidades. Pero la pasión del Duque D. Silva por Fedalma es superior á toda amenaza. Pasa por delante del castillo de Bedmar, en donde habitaban, una tropa de saltimbanquis y de acróbatas; y Fedalma, á quien la sangre gitana comunica un impulso irresistible hacia la danza, toma parte en la que habian empezado aquellos forasteros: el Duque, en vista de este inesperado espectáculo, siente gran contrariedad, pero no deja de amar á Fedalma. Una nueva complicación surge mientras ésta se entrega al placer del baile: entre una turba de gitanos que llega al mismo sitio, está su padre, Zarca, que la reconoce por un collar que ella lleva siempre puesto. Zarca persuade á su hija á que abandone á su desposado y su patria adoptiva, y marche en su compañía á África á vivir en una tribu de gitanos, á los que se promete inocular el gusto de los progresos de la civilización europea. Al enterarse D. Silva de que su amada ha huido, pide consejo á un astrólogo judío, llamado Sephardo, con el que va á buscar á Fedalma. Pronto la encuentra, en momentos en que Zarca pactaba con los moros el asalto de una ciudad cristiana. El Duque, ignorando este complot, y reducido por los artificios de Zarca á no poder impedirlo aunque lo supiera, hace los mayores esfuerzos para que Fedalma regrese con él á Bedmar; y no alcanzándolo de modo alguno, se somete á perder Sus honores, su rango y su nacionalidad, á hacerse gitano, y á quedar bajo el mando de Zarca. La ciudad es atacada y vencida; los amigos más íntimos, y los compañeros más antiguos de D. Silva, perecen en la contienda, y su enemigo el inquisidor cae prisionero, y es condenado á muerte. El Duque intercede y pide su vida, y al ver que le es negada, recobra sus sentimientos y su fiereza de señor feudal, y mata en un arranque de furor á Zarca, que le perdona antes de exhalar el último suspiro, y deja á Fedalma en herencia la categoría de reina de los gitanos. Poco después, Fedalma marcha á África con el cadáver de su padre, dejando al Duque sumido en el desconsuelo y la desesperación.

Tal es el argumento de La Gitana Española. La Revista de Edimburgo, en su número 262, correspondiente al actual cuatrimestre, dice que los sucesos del poema son tan extraordinarios, y las situaciones tan violentas, que más bien servirían para una acción melodramática ó bufa, que para la tragedia; y que no hay en ellas el espacio suficiente para el debido desarrollo de las pasiones ni del carácter de los personajes; concluyendo por decir que si George Elliot vacila entre ser novelista ó poeta, será una fortuna que se decida por lo primero, para lo que tiene grandes y conocidas facultades.

En cuanto á la versificación, nada decimos: sabido es que las bellezas armónicas de los versos ingleses son poco perceptibles para oídos acostumbrados al idioma castellano.